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viernes, 2 de septiembre de 2016

El reloj de la vida

Serie: Estilo de vida, hígado y Cáncer






Corría el año 1942, yo aún no llegaba a los trece años, aquel nueve de abril marcaría mi vida para siempre y me obligaba de manera obsesiva a desenmascarar aquella terrible enfermedad que acababa de dejarme huérfano de madre, allí en Granada en una habitación de un hotel fallecía mi madre a la edad de treinta y ocho años, enferma de cáncer de mama desde no sé cuándo, porque hasta 1938 había “convivido” con la enfermedad que fue tratada de forma cruenta mediante y confundida debido a los casi veinte años de su existencia por algo que no tenía la menor importancia según manifestara a mi padre el cirujano, a partir de aquí la vida de mi madre fue un autentico suplicio de malestar y de dolor, parece que “las barreras” que el organismo en su defensa había levantado ante aquel extraño y arrollador crecimiento habían sido rotas dando rienda suelta y absoluta libertad a aquella invasión, el malestar constante que ella sentía era el síntoma de la lucha entre la vida biológica por mantener su hegemonía, aquella arrolladora y poderosa anarquía de aquel horroroso crecimiento y la entrada de “intrusos” químicos no selectivos que debilitaban las funciones de la vida, dos grandes enemigos ante los cuales su organismo terminó cediendo y así se extinguió su vida. Pasado el tiempo y analizando las circunstancias de la muerte de mi madre he podido distinguir que el proceso se inicia cuando una sobrecarga de funciones de su organismo hace que los residuos acumulados durante años produjeron una toxemia y contaminaron el ambiente celular, excesos de consumo y carencias de micro nutrientes esenciales para la vida fueron el detonante o factor de riesgo de provocaron su enfermedad, que siguió alimentada por el mantenimiento del mismo estilo de vida